martes, 5 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: Algunos ejemplos prácticos de perdón

Pregunta#206: Un curso de Milagros parece sugerir que observemos nuestros pensamientos todos los días ¿puede dar ejemplos de cómo poner en práctica el perdón A diario?

Respuesta: en general la práctica del perdón consiste en mirar a tus pensamientos del ego sin juicios, Y que te vuelvas cada vez más consciente del precio que estás pagando al aferrarte a estos pensamientos del ego de la mente-errada. La clase de pensamientos que Jesús quiere que observes son los pensamientos de juicio o condena; pensamientos de rabia/ ira/ molestia; pensamientos de vulnerabilidad, victimización, miedo, culpa, ansiedad, depresión, amor especial u odio especial; cualquier pensamiento específico que alimente tu sensación de estar separado de otros. Las lecciones en el libro de ejercicios nos dan instrucciones específicas acerca de cómo practicar esta indagación en tu mente en la búsqueda de dichos pensamientos, y luego se nos dan instrucciones acerca de lo que tenemos que hacer una vez que te vuelves consciente de ellos --- todo ello varía de acuerdo al tema de la lección del día.
A continuación, algunos ejemplos: (1) si te encuentras furioso o molesto con alguien, podrías simplemente recordar que tu ira no es en realidad acerca de lo que tú piensas que es ---“nunca estoy disgustado por la razón que creo” ( lección 5). Podrías entonces proseguir con: veo que he rechazado nuevamente el amor de Jesús, me he juzgado por eso, y me he sentido culpable acerca de ello. Y entonces, el lugar de sonreír y acordarme de lo alocada que es toda esta idea en realidad, lo que hice fue escuchar al ego y proyectar la culpa sobre “X.” Esa es la verdadera razón de mi ira. Independiente de lo que ésta otra persona haya hecho, mi ira es una interpretación. Ahora tengo una elección. Puedo simplemente pedir ayuda y soltar mi culpa e intentar ver nuestros intereses compartidos, o puedo continuar culpando a esta persona de mi disgusto y sentir que mi enfado está justificado. Si elijo continuar juzgando y culpando tengo que saber que no hay nada pecaminoso en eso y que ello no es motivo para que deje de ser merecedor de la paz del Cielo, pero cualquiera sea la sensación de bienestar, felicidad o paz que experimente no será duradera. En la Lección 134, Jesús te pide que “Examines brevemente todas las cosas negativas que hayas pensado acerca de él [la persona objeto de tu ira] y pregúntate en cada caso, ‘me condenaría a mí mismo por haber hecho eso’?” (L.134.15:3).
(2) Si te ves ansioso o temeroso con respecto de tu propio bienestar o el de algún ser querido (como por ejemplo aquejado por problemas físicos, psicológicos, financieros o cualquier otra forma de victimización), pide ayuda a Jesús o al Espíritu Santo para que puedas ver el problema como realmente es, y no de la manera en la que lo has urdido (T-27.VII.2:2). En otras palabras, puedes recordarte a ti mismo nuevamente que tienes que haber estado mirando a través de los ojos del ego, los cuales están programados para ver víctimas inocentes; puesto que si hubieses elegido a Jesús o al Espíritu Santo como tu maestro, no te sentirías ansioso mi temeroso, independientemente de lo que estuviera sucediendo. La percepción es siempre interpretación. El milagro “simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso” (L.pII.13.1:3). Por lo que miras la devastación ---no se trata de negar lo que tus ojos ven o negar cómo te estás sintiendo--- y entonces simplemente recuerda que has elegido pedir la ayuda del ego en lugar de la de Jesús como intérprete de lo que estás viendo. Una manera maravillosa de transitar estos pasos se encuentra descrita en el último párrafo del capítulo cinco en el texto, el cual concluye con una serie de declaraciones sobre las cuales Jesús nos pide que pensemos, cada vez que no nos encontremos completamente dichosos. Todo ello comienza con “debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz” (T-5.VII.6). El perdón siempre requiere que admitamos que estamos equivocados, y que estamos dispuestos a hacer una mejor elección. No necesitamos hacer la otra elección; pero como mínimo tenemos que llegar a reconocer que estamos equivocados en cómo estamos viendo las cosas. Eso disminuirá la intensidad de nuestro miedo y, con el paso del tiempo, llegaremos al punto en el que voluntariamente y de buena gana, tomemos la elección correcta rápidamente cada vez que nos volvamos conscientes de nuestro pensamiento de la mente errada.

(3) Si te ves atrapado en una relación especial, sintiéndote completamente dependiente de algo o de alguien y aterrorizado de perder esa fuente de confort, placer, seguridad, compañía, conflicto, etc. Entonces puedes una vez más comenzar siendo honesto acerca de lo que está sucediendo. Jesús nos pide que seamos totalmente honestos con nosotros mismos y con él: “Examina detenidamente qué es lo que estás realmente pidiendo. Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro” (T.4.III.8:1,2). La honestidad proviene de que reconozcas que aún no estás preparado para aceptar el amor de Jesús como la única realidad en tu mente; y por consiguiente, te aferras a algo fuera de tu mente para suplir esa carencia, y satisfacer tus necesidades como las has definido. El que no te juzgues por eso te ayudará a transitar el proceso del deshacimiento de tu culpa. Ser completamente honesto contigo mismo acerca del propósito de la relación con la otra persona, objeto, o condiciones es una parte esencial del proceso del perdón. Cuando te enfocas en el propósito de la relación, te estás ayudando a ti mismo a prepararte para el cambio del propósito del ego al del Espíritu Santo una vez que estés listo para pedirle Su ayuda. En otras palabras, en este momento te ves como limitado y carente ---no como Dios te ha creado--- y estás viendo a esa otra persona, sustancia, etc., como lo que satisfará tus necesidades, lo cual constituye un ataque. La separación está siendo, por consiguiente, reforzada. Ese es el propósito del ego; así que cada vez que te identifiques con el ego, a causa de que tengas mucho miedo del Amor de Dios, eso es lo que harás: reforzar la creencia en la separación. Y sin embargo, ¡esto no te hace un pecador! El Amor del Cielo no puede ser alterado por nuestra demencia.

Link al original aquí.