Pregunta#697:
He leído tus respuestas acerca de los impulsos sexuales y las
relaciones especiales. Aunque entiendo la metafísica de Un Curso de
Milagros, a veces encuentro que mis impulsos sexuales son abrumadores y,
a pesar de estar casado y tener hijos, a veces llego al punto de
solicitar los servicios de prostitutas. Intento no hacer un gran
problema de esto pero es así como me he visto cometiendo el mismo error
una y otra vez. Yo distingo lo que está bien de lo que está mal, y en
esos oscuros momentos le pido ayuda al Espíritu Santo, pero imagino que
elijo no escucharle y hacer lo que me place. ¿Cómo puedo destetarme a mi
mismo de ésta situación puesto que disfruto lo que hago ---el subidón
de adrenalina y la culpa secreta? Yo trato a esas chicas con respeto y
dignidad ---todo un oxímoron--- a la vez que las utilizo como objetos de
placer en un último análisis. ¿Cómo puedo aplicar los principios del
Curso en este problema en concreto?
Respuesta: El mundo ha hecho una distinción entre las formas socialmente aceptables de utilizar a otros y las no socialmente aceptables, clasificando éstas últimas como erróneas, pecaminosas e incluso criminales. Esto es lo que nos permite pensar que la culpa está únicamente asociada con algunas formas de utilizar a otros, pero no con otras formas. El propósito del Curso es ayudarnos a ver que todas las decisiones basadas en el ego para satisfacer nuestras necesidades a costa de otros, es lo que nos causa dolor y refuerza nuestra culpa. Si en realidad pudiéramos ver la conexión existente entre el pensamiento de separación que se encuentra implícito en los intereses egoístas y el dolor que le sigue a dicho pensamiento, aprenderíamos muy pronto a elegir en contra del ego. No obstante, todavía creemos que ciertas elecciones del ego nos traerán más placer que dolor.
El ego
quiere que pensemos acerca de nuestras acciones y comportamiento en los
términos moralistas de correcto o errado, bueno o malo y que la culpa
siempre acompaña a nuestras acciones malas o erradas. Jesús, en cambio,
nos está alentando a que consideremos nuestros pensamientos y
decisiones como útiles o dañinas, sabias o tontas, y que la
consecuencia de las elecciones tontas y dañinas sea un dolor innecesario
en lugar de culpa (revisar la pregunta #637 para una elaboración en
profundidad del enfoque que hace el Curso en el pensamiento y no en el
comportamiento).
Así que
en lugar de pensar de que sabes lo que es correcto y lo que es erróneo
en la situación que describes, y de que continúas haciendo lo
equivocado, sería de mucha más ayuda que consideres que simplemente
estás tomando la elección más estúpida y dañina. Pero no simplemente
cuando elijas acudir a las prostitutas, sino cada vez que decidas
sobreponer tus necesidades a las de otros, independientemente de que se
trate de tu familia o de alguna otra persona. Por supuesto que algunas
acciones acarrean el riesgo de tener consecuencias negativas (en los
términos del mundo) mucho mayores que otras, lo cual es una maniobra
dentro del esquema del ego y su insistencia de que existe una jerarquía
de ilusiones (T.23.II.2:3; T.26.VII.6:5). Pero toda culpa es siempre la
misma y, no proviene de lo que hagamos con nuestros cuerpos, sino
únicamente de lo que pensamos con nuestra mente.
Buscar
satisfacción sexual fuera de tu matrimonio no es la causa de la culpa en
tu mente sino un efecto. Y su propósito es ---propósito que mantienes
oculto de ti--- el de distraerte y no tener entonces que reconocer dónde
reside el problema real: en la elección que has tomado de separarte del
amor. No obstante, ésta es la decisión que nos lleva a todos a creer
que necesitamos buscar satisfacción fuera de nosotros mismos, en
momentos de arrebatos de placer, donde el ego nos seduce para ver esos
momentos más placenteros sencillamente porque son robados. Y este
razonamiento pueril es lo que yace en los cimientos del sistema de
pensamiento del ego, predicado de esa forma y sustentado por la creencia
de que las migajas de “amor” que pudimos robarle a Dios son mejores el
Amor completo y total que Dios nos ofrece libremente (T.1.V.3:3).
Mencionaste
tu intento de no hacer de tus infidelidades un gran problema, pero el
problema es que en tu propia mente, ya son un gran problema. Y el
objetivo no consiste en ser capaz de continuar haciendo actividades
dañinas sin hacer un gran problema de ello, sino en llegar a el
reconocimiento de que ellas no son en realidad el problema y que,
continuar sintiendo culpa acerca de las acciones externas, es una
garantía de que jamás atiendas el problema interno subyacente ni que lo
puedas ver de manera diferente. Es cierto que, como egos, somos
egoístas y estamos interesados únicamente en que nuestras propias
necesidades sean satisfechas a expensas de las de otros. Esta es
simplemente la naturaleza del sistema de pensamiento del ego. Pero a
pesar del egoísmo que se encuentra en sus mismas raíces, lo que Jesús
nos está pidiendo es que reconozcamos que eso no es un pecado, no es
algo malo. Puede ser dañino, doloroso y cruel, tanto para nosotros como
para otros en nuestra vida. Pero no es un pecado. Es nuestra creencia de
que es un pecado y no simplemente un error lo que nos mantiene
prisioneros en la repetición de cualquier patrón auto-destructivo. Si en
lugar de la culpa que le estamos imponiendo a nuestras decisiones, le
dedicáramos un examen atento y libre de prejuicios a lo que estamos
eligiendo, viéndolo únicamente como un error y no como un pecado, nos
sería mucho más fácil el elegir un nuevo Maestro en nuestra mente
(T.19.III.1,2,3). Y entonces de manera natural le seguiría el
comportamiento más útil y amable posible.
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