martes, 5 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Cómo debería orar?

Pregunta#215: En el Canto de la Oración dice que orar por cosas materiales no es lo que la plegaria debe ser. Esto es únicamente un llamado para esconder nuestra culpa y una llamada al enemigo (nuestro propio enemigo). Es entonces la gratitud la única manera correcta de oración? Cómo lidiamos con nuestros deseos internos? Si tu única meta es conocer a Dios, cómo orarías entonces? Debería estar en silencio? El orar con otros es entonces que ambos miremos a Dios? Cómo puedo lidiar con las ilusiones? 

Respuesta: Esta preciosa obra, El Canto de la Oración, vino como respuesta a la manera en la que los estudiantes de Un Curso de Milagros estaban usando el Curso. Muchos estudiantes pensaron que el Curso les estaba animando a pedirle al Espíritu Santo que sanara sus cuerpos, arreglara sus asuntos, resolviera sus problemas en el mundo y les proveyera de lo que anhelaban. Es por lo que Jesús nos enseña en El Canto de la Oración acerca de la verdadera oración. El nos dice, en primer lugar, que no hay nada malo en pedir por cosas materiales; y de hecho, mientras que pensemos que somos individuos viviendo en el mundo, no podremos evitar orar de esa manera (1.I.2:3). La oración, dice Jesús, es como subir en una escalera y, a medida que ascendemos, nuestra oración toma una forma diferente debido a que nuestras necesidades cambiarán. Tendremos cada vez menos y menos culpa como consecuencia de nuestra práctica del perdón y “sin culpa no hay escasez. Los impecables no tienen necesidades” (1.I.3:5,6). Por consiguiente, en la cima de la escalera ---cuando seamos maestros de Dios avanzados--- no experimentaremos carencias de ninguna clase, no percibiremos separación y por lo tanto nuestra oración será sencillamente un canto de gratitud. Pero eso es en la cima de la escalera.

En los peldaños inferiores de esa escalera, experimentaremos toda clase de deseos y de necesidades. Esto es normal. Necesitamos ser amables respecto a eso y no negarlo. Si somos honestos y reconocemos que dichos deseos y necesidades provienen de una percepción defectuosa de nosotros mismos, entonces no podrán retenernos. Pedir por específicos no es algo malo y sentirnos culpables por tener necesidades y deseos no es de ninguna ayuda, tampoco lo es el luchar contra ellos. Necesitamos solamente decir “Aquí es donde me encuentro ahora mismo; y cuando tenga menos miedo, le permitiré al amor que aumente su presencia y no experimentaré escasez o necesidad.” Es muy importante recordar que este no es un curso de sacrificio o ascetismo. Esto es un proceso lento, amable, y que no daremos un salto del fondo a la cima en la escalera. Hay muchos peldaños intermedios y si hacemos lo mejor que podemos en el lugar que nos encontremos, no hay nada más que se requiera de nosotros. A medida que practicamos el perdón, la forma de la oración cambiará por sí misma.

Nuestra oración en los peldaños inferiores es siempre a nosotros mismos, que podamos aceptar la ayuda de Jesús o del Espíritu Santo para observar amablemente y sin juicios a nuestros pensamientos del ego y poder ver nuestros intereses como compartidos con los de los demás. Cuando tenemos “enemigos” es porque hemos visto nuestros intereses como separados y en conflicto con los de otros. Es entonces cuando necesitamos pedir ayuda para que nuestras mentes sean sanadas mediante el perdón. Cuando nuestra necesidad de tener un enemigo es reconocida y entonces sanada, habremos dado un paso más en la dirección de nuestro verdadero estado de unicidad y orar con otro será simplemente un gozoso reconocimiento de nuestra Unicidad como Cristo y la Unicidad de Cristo y Dios. Pedir motivado por la necesidad no tendrá ya ningún sentido.

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