Pregunta #533:
He sido estudiante de Un Curso de Milagros desde hace 10 años, con
algunas interrupciones durante ese período. Me encuentro haciendo las
lecciones por segunda vez y, aparentemente, ahora están revolviendo más
en el fango que la primera vez que las hice en cuanto a experiencias de
miedo se refiere. Ya has respondido muchas preguntas acerca del miedo y
tengo la esperanza que tengas algunas respuestas de eficacia comprobada
acerca de cómo lidiar con esto.
Respuesta:
Quizás una de las cosas más útiles que podemos recordar al lidiar con
nuestro miedo es que siempre es el resultado de una elección,
independientemente de que nuestra experiencia pudiera estar diciéndonos
lo contrario. Aquí hay algunos de los muchos pasajes del Curso que dejan
esto muy en claro: Hablando del ego y del Espíritu Santo, “sólo puedes
escoger entre estos dos guías, y los únicos resultados que pueden
proceder de tu elección son el miedo que el ego siempre engendra o el
amor que el Espíritu Santo siempre ofrece para reemplazarlo”
(W.pI.66.7:5). “Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer que
está enfermo a menos que eso sea lo que desea” (W.pI.152.1:3). Y “¿No es
acaso un propósito loable ayudar al bienamado Hijo de Dios a escapar de
los sueños de maldad, que aunque sólo son fabricaciones suyas, él cree
que son reales? ¿Quién podría aspirar a más, mientras parezca que hay
que elegir entre el éxito y el fracaso, entre el amor y el miedo?
(W.I.200.6:5,6).
La
mayor parte del tiempo, la elección es inconsciente, pero una de las
metas del Curso es ayudarnos a volvernos más conscientes de esa
decisión, para que podamos hacer otra elección. Y una de las maneras de
elegir más conscientemente es entender porqué elegiríamos tener miedo.
El miedo le es muy útil al propósito del ego, ya que valida la realidad
de la separación en nuestra experiencia. El miedo reafirma mi existencia
como un ser separado, amenazado por fuerzas externas a mi mismo. Este
sentimiento niega la posibilidad de que yo sea uno con mi Fuente, más
allá de lo cual no existe nada más. En realidad no es importante a qué
le atribuya yo mi miedo, siempre y cuando no cuestione la realidad del
peligro para mi mismo.
Aunque
nuestra experiencia de miedo es hacia toda clase de fuerzas
aparentemente externas en el mundo fuera de nosotros, el Curso deja
claro que todo esto es meramente el resultado de la proyección del miedo
al castigo que se encuentra enterrado en nuestras mentes ---una muerte
segura--- que creemos merecer por haber atacado a Dios y destruido el
Cielo. Y el miedo más profundo ---una vez que comenzamos a aceptar que
hemos fabricado el miedo al castigo y a la muerte en una alianza con
nuestro ego para mantenernos inconscientes de ser una mente y que en
realidad nos sentimos atraídos hacia este miedo (T.19.IV.B,C)--- es el
miedo al amor. Ya que en presencia del amor total, no existen
diferencias, distinciones ni identidades individuales.
Nuestro
miedo al amor es el tema en un cierto número de pasajes, pero en ningún
otro lugar del Curso está tan bien presentado como al comienzo de la
sección de El Miedo a la Redención: “Hemos dicho que nadie toleraría al
miedo si lo reconociese. Pero en tu trastornado estado mental no le
tienes miedo al miedo. No te gusta, pero tu deseo de atacar no es lo que
realmente te asusta. Tu hostilidad no te perturba seriamente. La
mantienes oculta porque tienes aún más miedo de lo que encubre. Podrías
examinar incluso la piedra angular más tenebrosa del ego sin miedo si no
creyeses que, sin el ego, encontrarías dentro de ti algo de lo que
todavía tienes más miedo. No es de la crucifixión de lo que realmente
tienes miedo. Lo que verdaderamente te aterra es la redención.
Bajo
los tenebrosos cimientos del ego yace el recuerdo de Dios, y de eso es
de lo que realmente tienes miedo. Pues este recuerdo te restituiría
instantáneamente al lugar donde te corresponde estar, del cual te has
querido marchar. El miedo al ataque no es nada en comparación con el
miedo que le tienes al amor. Estarías dispuesto incluso a examinar tu
salvaje deseo de dar muerte al Hijo de Dios, si pensases que eso te
podría salvar del amor. Pues este deseo causó la separación, y lo has
protegido porque no quieres que ésta cese”
(T.13.III.1:4:2,3,4,5,6,7,8,9,10,11; 2:1,2,3,4,5).
Así
que es de utilidad estar informado acerca de la profundidad de nuestro
miedo, pero también queremos reconocer que, en nuestras mentes, este
miedo sirve como una poderosa defensa, al proteger la identidad a la que
nos aferramos mientras aún estamos muy asustados como para poderla
soltar. Tal y como Jesús nos asegura, “No tengas miedo de ser
abruptamente arrojado a la realidad” (T.16.VI.8:1). Por lo que, a medida
que avances a través de las capas de tu miedo, recuerda de incluir a
Jesús para mirar contigo en ese proceso, ya que su presencia es un
recordatorio de que el miedo es una elección, que sirve a un propósito
de mucha utilidad para el ego y, lo más importante, todas las razones de
nuestro miedo son fabricaciones y no están basadas en nada real. Aún no
creemos esto, pero Jesús sabe que es así.
Has
mencionado que el tópico del miedo se ha elaborado en varias preguntas.
Aquí hay algunas de ellas: #95, #242, #267, #355 y #384.
Link al original aquí.