miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Cómo debería responder cuando no se me trata con respeto?

Pregunta#1008: Necesito consejo acerca de cómo responderle a la gente cuando no me trata con respeto ni con consideración. De hecho, qué debería hacer cuando la gente no es honesta o cuando después de planear un encuentro o una reunión, llegado el momento no se presentan y tampoco han llamado previamente para cancelar? Yo no quiero ser un felpudo! 

Respuesta: En primer lugar; necesitamos estar claros acerca de que Un Curso de Milagros no te dice qué hacer a nivel de comportamiento. El principio guía en el Curso es: “no busques cambiar el mundo, elige cambiar de mentalidad acerca del mundo” (T.21.in.21:7). Sin embargo, Jesús no nos está sugiriendo que nos convirtamos en felpudos. Él simplemente reconoce que nuestro comportamiento refleja nuestro pensamiento; por consiguiente, es ahí donde necesitamos prestar atención. De hecho, cambiando nuestro pensamiento vamos a poder cambiar nuestra experiencia acerca del mundo. Esto no significa necesariamente que nuestras experiencias en el mundo tomen otra forma ---puede que así sea como puede que no--- sino que independientemente de lo que independientemente de lo que suceda externamente podemos aprender a estar en paz.

El Curso nos enseña cómo hacer este cambio interno, lo cual a su vez dará como resultado que sabremos cómo hacer frente a cada desafío con el que nos encontremos. Pero antes de que podamos hacer esto, necesitamos entender la perspectiva de Jesús acerca de nuestra experiencia de conflicto, la cual puede resumirse en las siguientes declaraciones: “Tu no puedes ser tratado injustamente... El secreto de la salvación no es sino este: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad...no reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño.” (T.26.X.3: 2; T.27.VIII.10:1,2, 4,5,6).

En otras palabras, Jesús sabe que nuestras vidas aquí son simplemente sueños y que en realidad permanecemos en nuestro hogar en el Cielo, en unidad con nuestro Creador. Independientemente de lo real y difícil que la vida en este mundo pareciera transcurrir, no tiene efecto alguno sobre el Amor de Dios por nosotros. Así que la clave para estar en paz dentro de este sueño es darnos cuenta de que el Amor de Dios permanece a nuestra disposición en cualquier momento que lo elijamos. El Curso conceptualiza el proceso de hacer esa elección por soltar la mano del ego y coger la del Espíritu Santo (el recuerdo del Amor de Dios) como nuestro Maestro interno.

Cada vez que nos sentimos injustamente tratados por otros, elegimos un maestro y aprendemos una lección. Si elegimos al ego (como la mayoría estamos acostumbrados a hacer), la lección que aprenderemos es que somos víctimas, que nuestra felicidad depende de la acción de la otra persona y que, a menos que esa persona cambie, la felicidad es imposible. Y por supuesto, esto garantiza que la felicidad es imposible porque aunque ésta persona en particular cambiara, ya que no pasará mucho tiempo antes de que algo o alguien más hiciera alguna cosa que percibiéramos como injusta o poco amable. De esta forma, el ego nos enseña su lección fundamental: Mis experiencias, mi dolor, mi existencia misma son culpa de otro.

Por otra parte, cuando elegimos al Espíritu Santo como nuestro Maestro, Él nos enseñará que no necesitamos estar en dolor en medio de lo que nos aparente estar sucediendo. Él nos dirá que las acciones de la otra persona no tienen nada que ver con nosotros. Estas son simplemente un reflejo de la culpa y el miedo en la mente de esa persona ---la misma culpa y el mismo miedo que se encuentra en nuestra mente. Esa persona no podría actuar de una forma no amorosa a menos que creyera de si misma que no merece amor. Y nosotros no estaríamos alterados acerca de sus actos a menos de que inconscientemente creyéramos que estamos recibiendo el trato que secretamente creemos merecer ---deseo oculto que emana del pensamiento de que habiendo destruido el Amor de Dios, no merecemos amor.

Sujetando la mano del Espíritu Santo, reconectamos con el Amor de Dios en nosotros. Y llenos de ese Amor, no podemos sino reaccionar amorosamente a cualquier cosa que haga un hermano. Así que, cada vez que estamos disgustados, lo único que necesitamos hacer es pedirle ayuda al Espíritu Santo para poder entonces mirar la situación a través de Sus amorosos ojos libres de juicio. Esto no quiere decir que no le vayamos a expresar a los demás nuestro deseo de que sean honestos con nosotros; que se presenten si así han acordado, etc. Pero sí significa que lo podremos expresar sin ninguna traza de quererlos atacar.

El saber que no hemos sido heridos, nos permitirá automáticamente saber cuál será la cosa más amorosa que hacer o decir. Actuando desde este lugar de amor, verdaderamente podremos servir como modelos para otros de cómo nos gustaría ser tratados.

Link al original aquí.