Pregunta#1008:
Necesito consejo acerca de cómo responderle a la gente cuando no me
trata con respeto ni con consideración. De hecho, qué debería hacer
cuando la gente no es honesta o cuando después de planear un encuentro o
una reunión, llegado el momento no se presentan y tampoco han llamado
previamente para cancelar? Yo no quiero ser un felpudo!
Respuesta:
En primer lugar; necesitamos estar claros acerca de que Un Curso de
Milagros no te dice qué hacer a nivel de comportamiento. El principio
guía en el Curso es: “no busques cambiar el mundo, elige cambiar de
mentalidad acerca del mundo” (T.21.in.21:7). Sin embargo, Jesús no nos
está sugiriendo que nos convirtamos en felpudos. Él simplemente reconoce
que nuestro comportamiento refleja nuestro pensamiento; por
consiguiente, es ahí donde necesitamos prestar atención. De hecho,
cambiando nuestro pensamiento vamos a poder cambiar nuestra experiencia
acerca del mundo. Esto no significa necesariamente que nuestras
experiencias en el mundo tomen otra forma ---puede que así sea como
puede que no--- sino que independientemente de lo que independientemente
de lo que suceda externamente podemos aprender a estar en paz.
El
Curso nos enseña cómo hacer este cambio interno, lo cual a su vez dará
como resultado que sabremos cómo hacer frente a cada desafío con el que
nos encontremos. Pero antes de que podamos hacer esto, necesitamos
entender la perspectiva de Jesús acerca de nuestra experiencia de
conflicto, la cual puede resumirse en las siguientes declaraciones: “Tu
no puedes ser tratado injustamente... El secreto de la salvación no es
sino este: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No
importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad...no
reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que
eres tú el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán
depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te
dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño.” (T.26.X.3:
2; T.27.VIII.10:1,2, 4,5,6).
En
otras palabras, Jesús sabe que nuestras vidas aquí son simplemente
sueños y que en realidad permanecemos en nuestro hogar en el Cielo, en
unidad con nuestro Creador. Independientemente de lo real y difícil que
la vida en este mundo pareciera transcurrir, no tiene efecto alguno
sobre el Amor de Dios por nosotros. Así que la clave para estar en paz
dentro de este sueño es darnos cuenta de que el Amor de Dios permanece a
nuestra disposición en cualquier momento que lo elijamos. El Curso
conceptualiza el proceso de hacer esa elección por soltar la mano del
ego y coger la del Espíritu Santo (el recuerdo del Amor de Dios) como
nuestro Maestro interno.
Cada
vez que nos sentimos injustamente tratados por otros, elegimos un
maestro y aprendemos una lección. Si elegimos al ego (como la mayoría
estamos acostumbrados a hacer), la lección que aprenderemos es que somos
víctimas, que nuestra felicidad depende de la acción de la otra persona
y que, a menos que esa persona cambie, la felicidad es imposible. Y por
supuesto, esto garantiza que la felicidad es imposible porque aunque
ésta persona en particular cambiara, ya que no pasará mucho tiempo antes
de que algo o alguien más hiciera alguna cosa que percibiéramos como
injusta o poco amable. De esta forma, el ego nos enseña su lección
fundamental: Mis experiencias, mi dolor, mi existencia misma son culpa
de otro.
Por
otra parte, cuando elegimos al Espíritu Santo como nuestro Maestro, Él
nos enseñará que no necesitamos estar en dolor en medio de lo que nos
aparente estar sucediendo. Él nos dirá que las acciones de la otra
persona no tienen nada que ver con nosotros. Estas son simplemente un
reflejo de la culpa y el miedo en la mente de esa persona ---la misma
culpa y el mismo miedo que se encuentra en nuestra mente. Esa persona no
podría actuar de una forma no amorosa a menos que creyera de si misma
que no merece amor. Y nosotros no estaríamos alterados acerca de sus
actos a menos de que inconscientemente creyéramos que estamos recibiendo
el trato que secretamente creemos merecer ---deseo oculto que emana del
pensamiento de que habiendo destruido el Amor de Dios, no merecemos
amor.
Sujetando
la mano del Espíritu Santo, reconectamos con el Amor de Dios en
nosotros. Y llenos de ese Amor, no podemos sino reaccionar amorosamente a
cualquier cosa que haga un hermano. Así que, cada vez que estamos
disgustados, lo único que necesitamos hacer es pedirle ayuda al Espíritu
Santo para poder entonces mirar la situación a través de Sus amorosos
ojos libres de juicio. Esto no quiere decir que no le vayamos a expresar
a los demás nuestro deseo de que sean honestos con nosotros; que se
presenten si así han acordado, etc. Pero sí significa que lo podremos
expresar sin ninguna traza de quererlos atacar.
El
saber que no hemos sido heridos, nos permitirá automáticamente saber
cuál será la cosa más amorosa que hacer o decir. Actuando desde este
lugar de amor, verdaderamente podremos servir como modelos para otros de
cómo nos gustaría ser tratados.
Link al original aquí.