miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Como deberíamos comportarnos ante el comportamiento destructivo de un ser querido?

Pregunta#717: ¿Qué puede uno hacer cuando un ser querido se está comportando de manera muy autodestructiva y posiblemente poniendo en peligro a otros seres queridos? Yo deseo “soltar y dejar hacer a Dios,” pero siento la imperiosa necesidad de hacer algo para que ésta situación no siga sucediendo. Hay ciertos procedimientos legales a los que puedo (y estoy considerando) recurrir. Cuando leo Un Curso de Milagros, me da la impresión de que uno debería únicamente aplicar el principio de amar al otro y no actuar de manera negativa. ¿Debería hacer lo que yo crea necesario y enfocarme únicamente en el amor y no en la rabia, la ansiedad, la desesperación, etc. a las que tan fácilmente veo que puedo sucumbir? Lidiar con esto es algo realmente difícil.

Respuesta: Tu dilema es muy comprensible. Es muy doloroso ver que alguien querido se encuentre en un conflicto y haciendo daño a otros. El Curso no nos pide que no hagamos lo que esté en nuestras manos para impedir que alguien se haga daño a sí mismo o que dañe a otros. Es verdaderamente posible aplicar el perdón, tal como el Curso lo enseña, mientras inicias procedimientos legales, si piensas que recurrir a dichos procedimientos es lo que debes hacer. Debido a que el cimiento sobre el que descansa el mundo es la creencia en el sistema de pensamiento de ataque y contra-ataque del ego, no hay nadie en este mundo que, en algún grado, no participe en comportamientos autodestructivos. Esa es la inevitable forma de expresarse que toma la desesperada llamada de auxilio del hijo separado. Lo que si se nos pide que hagamos es que miremos cualquier juicio que tengamos hacia esa persona, para poder ver en esos juicios la proyección de nuestra propia petición desesperada de ayuda. Una vez que podemos reconocer que nuestros miedos se encuentran reflejados en la otra persona, tenemos entonces la oportunidad de perdonarnos a nosotros mismos, pidiéndole al Espíritu Santo que reemplace los juicios que tenemos en contra de nosotros mismos y de otros por los Suyos. Este proceso establece que lo que ahora hagamos o dejemos de hacer con respecto al comportamiento de otro, estará guiado por el Espíritu Santo y no por el ego. El solicitar acciones legales es, en ciertas ocasiones, una maniobra apropiada, pero esto no significa, sin embargo, que la otra persona involucrada sea un pecador culpable, merecedor del castigo de Dios, que es lo que el ego nos impulsará a creer. La elección a llevar a cabo por lo tanto no es tanto qué acción tomar sino qué consejo aceptamos: el del ego o el del Espíritu Santo. A la luz de lo expuesto, podemos parafrasear la muy conocida frase del Curso: “no busques cambiar a tu hermano, elige cambiar de mentalidad acerca de tu hermano” (T.in.1:7).

La ira, la ansiedad y la desesperación que estás sintiendo son normales. Jesús amablemente nos dice en la sección de “Reglas para tomar Decisiones”: No luches contra ti mismo (T.30.I.1:7), lo cual quiere decir que no niegues tus sentimientos, ni tampoco te juzgues a ti mismo por tenerlos. A pesar de que la causa de tu perturbación aparenta estar en la relación conflictiva. ésta se encuentra en realidad en la elección de la mente en creer que la separación de Dios se ha podido llevar a cabo y que el amor ha sido destruido. El saber esto junto con la disposición a reconocer la verdadera fuente de la perturbación en la mente, es el comienzo del proceso de perdón y, de ésta manera, “Una luz hace presencia en la oscuridad” (M.1.1:4). Puede que se trate de una pequeña chispa, pero será más que suficiente para redirigir la mente hacia el Espíritu Santo y apartarla del ego. Esta misma chispa está presente en la mente de cada uno de nosotros por igual. Y mientras reconocemos el poder que tiene nuestra propia mente para elegir, reforzamos nuestra creencia en eso para los demás. El poder sanador de nuestro perdón es de esta manera transmitido a todos los seres queridos involucrados, independientemente de que lo podamos reconocer o no. Se trata de “…la luz que lleva tu paz mental a otras mentes” (W.pI.108.3:2). Esto es lo más amoroso que puedes hacer para contigo y con tu ser querido, sin perder de vista lo que sientas que tienes que hacer en la forma para apaciguar la situación.

Link al original aquí.