Pregunta#777(i):
Un Curso de Milagros nos dice que el amor y el miedo son contenido y no
forma. ¿Cómo podemos distinguir entre forma y contenido?
Respuesta:
Una de las enseñanzas más importantes de Un Curso de Milagros es que
somos mentes, no cuerpos. Esta es la distinción fundamental entre forma y
contenido. Nuestra experiencia como cuerpos (forma) es una ilusión: se
trata de la proyección de un pensamiento en la mente (contenido). El
contenido es o bien amor (cuando hay identificación con el Espíritu
Santo) o bien miedo (cuando hay identificación con el ego). La manera en
la que podemos determinar qué opción ha elegido la mente ---la
identificación con el Espíritu Santo o con el ego--- es mediante la
presencia o ausencia de juicios. El juicio de cualquier clase es señal
que la mente ha elegido al sistema de pensamiento del ego. También
podemos estar seguros de haber elegido al ego cada vez que percibimos
diferencias, es decir, cualquier forma de especialismo. Es así como la
forma puede revelarnos el contenido de la mente y es ahí donde reside la
utilidad del cuerpo. Esta es la razón por la que en el Curso, Jesús nos
pide que estemos alerta de nuestros pensamientos, no de nuestro
comportamiento, pues el comportamiento puede ser intachable aún cuando
la mente se encuentre repleta de pensamientos de condena y de ataque:
“No te dejes engañar cuando la locura adopte una forma que a ti te
parece hermosa” (T.23.II.17:10).
Mientras
alberguemos la creencia de ser un cuerpo, la forma puede ser usada para
deshacer la creencia en la realidad del cuerpo, lo cual es el objetivo
del perdón, la promesa del plan de estudios del Espíritu Santo en el
Curso. Tal y como se nos dice en el texto, “El perdón es una forma
terrenal de amor, que, como tal, no tiene forma en el Cielo. No
obstante, lo que aquí se necesite, aquí se concederá. Valiéndote de esta
forma puedes desempeñar tu función incluso aquí, si bien el amor
significará mucho más para ti cuando se haya restaurado en ti el estado
de amorfia. La salvación del mundo depende de ti que puedes perdonar.
Esa es tu función aquí” (L.186.14:2-6). Llevar a cabo esta función
quiere decir estar dispuesto a mirar más allá de toda forma hacia el
contenido, desenterrando cualquier pensamiento oculto de juicio,
especialismo y diferencias. En la sección “Los Dos Cuadros” (T.17.IV),
Jesús usa el símbolo de un marco (forma) que contiene a dos cuadros
(contenido). El cuadro representa un retrato o bien del sistema de
pensamiento del ego o bien del Espíritu Santo. Uno de ellos ofrece la
muerte, el otro la vida. Los destellos y la “belleza” del marco tienen
el propósito de distraerte del mensaje del ego, pero la enseñanza de
Jesús es muy clara: “Examina el cuadro. No dejes que el marco te
distraiga” (T.17.IV.9:1).
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