Pregunta#519:
Soy consciente de que mi relación especial se está interponiendo en mi
relación con Dios y yo sé que tengo que “realmente” desear mi relación
con Dios más que la relación especial. Me puedes dar algunas sugerencias
de cómo lidiar con los momentos de crisis cuando no parezco pensar
claramente?
Respuesta:
Lo primero a reconocer es que esto no es una situación de 'lo uno o lo
otro.' Es el ego quien nos dice que tenemos que renunciar o sacrificar
nuestras relaciones especiales, como si tuviésemos que apaciguar la
necesidad de Dios de que no interpongamos falsos dioses ante Él. Esto es
simplemente la necedad del ego. Un Curso de Milagros es muy claro al
respecto, no tenemos que renunciar a nuestras relaciones sino a el
propósito que les hemos asignado (por ejemplo ver T.17.IV.2:3,4,5,6,7;
T.21.III.6).
Lo
segundo a recordar es que no es un pecado desear mas una relación
especial que a Dios. Jesús nos diría que sencillamente es una tontería,
ya que estaríamos renunciando a Todo por una migaja de la nada. Pero no
hay causa para los sentimientos de pecado y culpa, tal como el ego
nuevamente haría que creyéramos.
En
tercer lugar ---y quizás lo más importante--- no te olvides que es a
través de nuestras relaciones con nuestros hermanos como de hecho
encontramos a Dios (por ejemplo, T.4.VI.7,8; T.19.IV.D.11). Los medios
que el Curso nos enseña para encontrar a Dios se basan en la práctica
del perdón en nuestras relaciones especiales, lo cual nos permite que
las podamos experimentar como santas (T.18.VII.5:1,2,3). Si ya fuesen
santas, no necesitaríamos perdonarlas. Y si tuviéramos que renunciar a
ellas, no tendríamos un aula en donde podamos aprender las lecciones del
perdón del Espíritu Santo. Tal y como Jesús nos recuerda, “La única
reacción apropiada hacia un hermano es apreciarlo. Debes estarle
agradecido tanto por sus pensamientos de amor como por sus peticiones de
ayuda, pues ambas cosas, si las percibes correctamente, son capaces de
traer amor a tu consciencia. Toda sensación de esfuerzo, procede de tus
intentos de no hacer simplemente eso. ¡Cuán simple es, entonces, el plan
de Dios para la salvación!” (T.12.I.6:1,2,3,4).
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