Pregunta#664:
Yo sé que la meta de Un Curso de Milagros es que podamos llegar a
darnos cuenta de que todo el mundo que vemos es una ilusión y que
finalmente dejemos ir a nuestro ego para estar en la realidad de la
unión con Dios. La pregunta que me hago es: ¿hay alguien que haya
alcanzado en verdad dicha meta? Si es así, me pregunto cómo describirían
esa experiencia. ¿Hay acaso señales a lo largo del camino que indiquen
que la ilusión está desapareciendo o me he perdido y resulta que la meta
es otra?
Respuesta:
Tu pregunta es una versión de la “famosa pregunta:” ¿cómo pudo haber
sucedido la separación si estábamos felices en la paz de Dios? En esa
pregunta está implícita la afirmación de que la separación ha ocurrido
y, por ende, la forma de la respuesta que estamos dispuestos a aceptar
es cualquiera que no niegue esa afirmación/creencia. La verdad es que
todos lo hemos “hecho” ya que no lo hemos “des-hecho” (ver
T.6.II.10:7,8). No obstante, nosotros creemos haber logrado lo imposible
separándonos de Dios y necesitamos ayuda para aprender que estamos
equivocados. Hemos elegido creer el sueño de la separación y nos hemos
identificado con el ego. Este error incluye nuestra identificación con
el cuerpo y el hacer real el mundo en nuestra experiencia. A partir de
ahí, aparentamos experimentar un proceso de aprendizaje en el que
gradualmente aceptamos la verdad del Espíritu Santo y aprendemos a
identificarnos con la parte de la mente que alberga el recuerdo del Amor
de Dios, en lugar del cuerpo. Es el proceso de sanación del perdón el
cual ofrece los destellos del Amor que ha sido olvidado. Esto es lo que
el Curso describe como un instante santo. Gradualmente vamos aprendiendo
que la paz del instante santo es preferible al dolor que nos ocasiona
aferrarnos al ego, y entonces comenzamos a elegirla cada vez con más
frecuencia y facilidad, hasta que sea la única cosa que queramos elegir.
Así es como se logra la “meta.”
Jesús
representa para nosotros uno que ha elegido identificarse únicamente
con el Amor en su mente y que, de esta manera, ha alcanzado la meta. Su
“experiencia” está expresada de manera extensiva en Un Curso de
Milagros, que es, de hecho, la fuente del Curso. Lo que es importante
recordar es que se trata también de nuestra experiencia. Tal y como él
nos dice en el texto: “Cree en la resurrección [la “meta”] porque ésta
ya se ha consumado, y se ha consumado en ti. Esto es tan cierto ahora
como lo será siempre...Pues ascenderemos hasta el Padre juntos, como fue
en un principio, como es ahora, y como lo será siempre, pues ésa es la
naturaleza del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó”
(T.11.VI.4:6,7,9).
Las
señales a lo largo del camino no son necesariamente experiencias
imponentes. Simplemente son momentos con una sensación de liberación
cuando al final soltamos un resentimiento, o nos damos cuenta de que no
tenemos que tener razón, permitiendo que alguien más tenga la última
palabra. Un momento de paz, sin importar lo fugaz que sea, siempre
señala el camino hacia la paz que estamos buscando. Es importante
reconocer estas pequeñas señales en lugar de estar a la espera de
luminosos relámpagos que refuljan en nuestra vida. Al ser estos
instantes de paz verdaderos reflejos de la meta final, ellos nos guiarán
mas certeramente a que la alcancemos. Regresamos siempre a la práctica
del perdón que nos enseña el Curso como una guía segura hacia nuestro
propio despertar. “La condición necesaria para que el instante santo
tenga lugar no requiere que no abrigues pensamientos impuros. Pero si
requiere que no abrigues ninguno que desees conservar” (T.15.IV.9:1,2).
Así que nuestra meta es simplemente hacer nuestro papel de mirar a todos
nuestros juicios, los cuales son los obstáculos que nos impiden que
seamos conscientes del Amor de Dios. A medida que dichos obstáculos son
removidos, la verdad de nuestra unicidad con Su Amor, de la cual
aparentemente nos olvidamos, será entonces recordada.
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