miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: Para mi es muy difícil sentir que amo a Dios. ¿Cuál es la solución?

Pregunta#612: En la sección “El Dios de la Enfermedad” la primera línea nos dice “no has atacado a Dios y ciertamente lo amas.” A pesar de que creo en las enseñanzas de Un Curso de Milagros y, en esta afirmación, tengo dificultades en cuanto a entender, apreciar, aceptar ---cualquiera sea la palabra apropiada--- que yo amo a Dios. Para mi esto no es sino un discurso. ¿Es la solución amar a cualquiera con el que me encuentre, vea o piense?

Respuesta: En el Curso Jesús siempre se dirige a la mente y, en este caso, a la mente recta, la cual es la parte de la mente que recuerda el Amor de Dios por Su Hijo y el amor del Hijo por Su Padre. Este párrafo hace referencia a la verdadera relación entre el Padre y el Hijo que permanece intacta a pesar de la demente idea del ego acerca de la separación. Habla de un amor que hemos olvidado cuando elegimos creer que nos separamos de Dios. No está diciendo que el individuo que se identifica con un cuerpo dentro del sueño ame a Dios. No hay amor para Dios (ni para nadie más) en este mundo: “El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. Es el símbolo del miedo. Más, ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios [Amor] no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él (W.pII.3.2:1, 2, 3,4). El “Amor” en el mundo es el amor especial el cual se basa en que se lleguen a satisfacer nuestras necesidades gracias a otras personas, objetos o eventos (véase: T.16.IV).

La respuesta a tu pregunta requiere que se haga una distinción entre los dos niveles de enseñanza que encontramos en el Curso. El nivel uno refleja la verdad de nuestra unicidad con Dios en la realidad del Cielo. Pasajes como el que citas son declaraciones que pertenecen al nivel uno; ya que reflejan la realidad inmutable que no se encuentra dentro del tiempo ni el espacio, sino que atañen a nuestro verdadero Ser. Sin embargo, ya que Jesús sabe que nosotros sí creemos en la realidad de la separación y que creemos ser individuos habitando en cuerpos, él también se dirige a nosotros en el nivel de nuestra experiencia en el sueño; el nivel dos. En este nivel nuestra experiencia pudiera darse el caso de que seamos “religiosos” o “espirituales” y , por consiguiente, “amemos” a Dios o, como tú dices, no tengamos ningún pensamiento de amar a Dios. Al Amor al que Jesús se está refiriendo no se trata del amor del que “lo ama” ni del que “no lo ama.”

Cuando el Curso nos habla de amor, siempre está refiriéndose al nivel uno; al amor que pertenece a la realidad inmutable de nuestra verdadera Identidad como el Hijo uno de Dios. No se nos pide que aprendamos este amor, “...pues eso está más allá de lo que se puede enseñar” (T.in.1:6). Por consiguiente, intentar amar a todos en el sueño no es la solución, puesto que el problema no consiste en no amarlos. El problema es creer que la separación y que su consiguiente falta de amor son reales y la solución es sanar la mente de este pensamiento demente.

La manera como podemos entrar en contacto con la parte de nuestra mente que recuerda el Amor de Dios por nosotros y de nuestro amor por Él, es reconociendo nuestras feroces defensas en contra de este amor, las cuales saltan a la vista en cada una de las formas en las cuales nos separamos nosotros mismos de alguien más mediante nuestros juicios. Cada vez que nos damos cuenta de cualquier juicio, tenemos la oportunidad de ver que hemos hecho una elección pues preferimos estar separados en un cuerpo en lugar de estar en unión con Dios y con Su Amor. La culpa resultante de ésta elección es entonces proyectada hacia fuera en otros en la forma de ataque: “Si no te sintieses culpable no podrías atacar [juzgar], pues la condenación es la raíz del ataque. La condenación es el juicio que una mente hace contra otra de que es indigna de amor y merecedora de castigo” (T.13.in.1:1, 2). Es este pensamiento subyacente en todas nuestras relaciones lo que necesita ser transformado por el Espíritu Santo mediante el perdón. (Ver también las preguntas #59, #206 y #272).

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