martes, 5 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Porqué continúo comportándome de ésta manera demente?

Pregunta #358:  Hace ya dos años que comencé el estudio de Un Curso de Milagros y, a pesar de que estaba asustada al comienzo, elegí proseguir a pesar de mis miedos. Algunos días cuando me siento culpable, todo parece ir mal y simplemente quiero morir. Me doy cuenta de que estoy siendo egoísta, pero siempre he sido una “drama queen.” Permanezco horas deprimida y sintiendo lástima de mi, haciendo de mártir y pensando en cómo la persona sobre la que me siento culpable, se sentirá culpable una vez que yo muera. Siempre logro encontrar mi camino de regreso a la paz porque en realidad eso es lo que yo quiero, pero porqué tengo que estar siempre comportándome como una pequeña niña malcriada? Cómo puedo terminar de una vez con todas con esta locura de comportamiento, de “a mi manera o a la calle”?


Respuesta: Ah, si, “la muerte les parece un precio razonable si con ello pueden decir: mírame hermano, por tu culpa muero”(T.27.I.4:6). El ego es realmente el rey (o la reina) del drama, y todos merecemos un Oscar por nuestra actuación tan convincente como víctimas del mundo, día tras día, hasta la nausea. Sin más, nos hemos convencido de los papeles que estamos representando, aunque podríamos sospechar cada vez más que las cosas no son como imaginábamos que eran. Ya has dado un gran paso al poder ser honesta contigo misma e identificar lo que tu ego persigue sin tratar de justificarlo.


La meta, sin embargo, no es poner fin al drama, ya que eso le daría un poder a los eventos de nuestra vida en cuanto a dictar cómo nos sentimos, poder que en realidad no poseen. Estos eventos son solo indicadores externos que apuntan a una elección interna de continuar identificándonos con el conflicto y la culpa del sistema de pensamiento del ego, en lugar de la alternativa de paz del Espíritu Santo y, entonces, proyectar la responsabilidad de los efectos de tal elección fuera de nosotros mismos en alguien más. Es en el interior de nuestra propia mente donde es necesario el cambio. Y comienza cuando comenzamos a mirar sin juicios nuestra elección por el ego y sus subsiguientes consecuencias, el deseo de mantenernos separados de todos los demás, comenzando con Dios, a Quien creímos “despachar” cuando decidimos que queríamos las cosas a nuestro gusto a cualquier precio.

Nos comportamos como niños malcriados, porque en realidad nos identificamos con el malcriado por excelencia, el ego, quien ha tenido éxito en convencernos de que podíamos arruinar la perfección del Cielo y de Dios y fabricar un mundo impermanente en lo cual   todo terminará corrompiéndose. Jesús nos asegura que esto es una completa locura, pero tozudamente nos aferramos a nuestras identidades falsas, convencidos de que una miserable identidad falsa es mucho mejor que no tener identidad separada en lo absoluto.


Continúa entonces observando lo que urde tu ego, dándote cuenta del efecto que tiene sobre ti cuando eliges alinear tu pensamiento con él, y podrás ver que su atractivo simplemente se desvanece con el paso del tiempo. Ya que el ego solo puede ejercer su control en la oscuridad, mientras voluntariamente seguimos engañándonos a nosotros mismos acerca de sus objetivos.  A medida que su agenda de culpa, dolor y acusación se vuelve cada vez más clara, producto de nuestra observación sin juicios al lado de Jesús o del Espíritu Santo, la elección en contra del conflicto y la culpa y a favor de la paz y de la inocencia se volverá cada vez más y más simple de hacer.

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