miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Porqué debería hacer "algo descabellado" cuando se me pida?

Pregunta#541: He tenido problemas con el capítulo 12, sección III, Cómo invertir en la realidad. Jesús dice que si alguien nos pide algo “descabellado” deberíamos hacerlo ya que no importa. Esto me causa mucho miedo porque nunca en mi vida he podido decir que no y esto es algo que necesito hacer por mi propia salud mental. Yo pensaba que no nos gobiernan otras leyes que las de Dios y que Él nunca exige nada. Lo anterior me parece una exigencia. Me hace sentir como si estuviera bajo el control de cualquier otro tan solo con que se le ocurriera pedirme que hiciera algo y se enfadara si no lo hiciera. Tengo que estar interpretando esto de manera incorrecta ya que me causa un miedo mucho mayor que cualquier otra cosa en el Curso. Cómo puede Dios esperar que reverenciemos los deseos de los demás de esta manera. Acaso no contradice esto todo lo demás? 

Respuesta: La confusión que tienes con este pasaje es muy común entre los estudiantes del Curso, debido a nuestra fuerte tendencia nacida del ego de confundir forma con contenido. Para tu tranquilidad, Jesús no está hablando nunca acerca de comportamiento sino simplemente acerca de nuestros pensamientos y actitudes subyacentes. Regresemos a la frase que citas en un contexto más amplio:

Reconoce lo que no importa, y si tus hermanos te piden algo “descabellado”, hazlo precisamente porque no importa. Niégate, y tu oposición demuestra claramente que sí te importa. Eres únicamente tú, por lo tanto, el que determina si la petición es descabellada o no, y toda petición de un hermano es tu propia petición. ¿Porqué te empeñas en negarle lo que pide? Pues negárselo es negártelo a ti mismo, y empobrecerte a ti y a él. Él está pidiendo la salvación, al igual que tú. La pobreza es siempre cosa del ego y nunca de Dios. Ninguna petición es “descabellada” para el que reconoce lo que es valioso y no acepta nada más.

La Salvación es para la mente, y se alcanza por medio de la paz. La mente es lo único que se puede salvar, y sólo se puede salvar a través de la paz. Cualquier otra respuesta que no sea amor surge como resultado de una confusión con respecto a “qué” es la salvación y a “cómo” se alcanza, y el amor es la única respuesta” (T.12.III.4:1,2,3,4,5,6,7,8; 5:1,2,3).

En este pasaje en particular, nuestra tendencia es a enfocarnos en la parte “hazlo” que aparece en la declaración, a pesar de que las palabras que Jesús está enfatizando, indicadas por la escritura en itálicas, tienen que ver con nuestra interpretación acerca de la petición y nuestra motivación. Su enfoque no es en el “hazlo” sino en el “no importa.”

Jesús nos está pidiendo que miremos nuestra resistencia a la petición que nos hace nuestro hermano. Si nos encontramos en nuestra mente recta, podremos escuchar la petición real que se encuentra detrás de las palabras específicas y estaremos dispuestos a responder, pues, en palabras de ese párrafo, “Él está pidiendo la salvación.” Nuestra respuesta podría estar dada o no en la forma de lo que nuestro hermano está pidiendo --- no rechazar la petición de nuestro hermano no quiere decir que haremos exactamente lo que nuestro hermano nos pide a nivel de comportamiento. Pero nuestra actitud no será una de resistencia o de rechazo sino de apertura a responder a lo que realmente está pidiendo ---el amor que él no sabe que es suyo.

Jesús tenía en cuenta que íbamos a malinterpretar este pasaje debido a la confusión que, a causa del ego, tenemos entre forma y contenido así que añadió una clarificación unos capítulos más tarde:

“He dicho que si un hermano te pide que hagas algo que a ti te parece absurdo, que lo hagas. Pero ten por seguro que esto no significa que tengas que hacer algo que pudiese ocasionarte daño a ti o a él, pues lo que le hace daño a uno le hará daño al otro. Las peticiones absurdas son absurdas sencillamente porque son conflictivas, ya que siempre contienen ciertos elementos del deseo de ser especial. Sólo el Espíritu Santo reconoce las necesidades absurdas así como las reales. Y Él te enseñará cómo satisfacer las dos sin que ninguna quede excluida” (T.16.I.6:4,5,6,7,8).

Una vez más, Jesús cambia el foco de atención del comportamiento específico al contenido subyacente y nos pide que recurramos al Espíritu Santo en busca de ayuda, ya que, a causa de nuestra propia interpretación, percibiremos la exigencia de nuestro hermano como un ataque y no como una petición de ayuda. Esa es la razón por la que necesitamos pedir ayuda para nosotros mismos antes de que podamos responder a la verdadera petición de nuestro hermano. Mientras nos percibamos a nosotros mismos como limitados y vulnerables, veremos a las peticiones de nuestro hermano como exigencias poco razonables sobre las que no podremos sino responder defensivamente, como si las peticiones de nuestro hermano nos disminuyesen. Pero si estamos en nuestra mente recta, seremos capaces de escuchar la exigencia de nuestro hermano por lo que verdaderamente es ---una temerosa petición de amor de alguien que cree que no merece amor. Y sabremos que la única respuesta apropiada es amor (T.12.I.3,4,5), del cual no somos la fuente.

Es mediante nuestra disposición a ser un canal para el amor que nuestro hermano está solicitando, como decimos que estamos dispuestos a experimentar el amor nosotros mismos. Eso es por lo que, tal y como Jesús lo dice al comienzo del pasaje, rechazar una petición de tu hermano es empobrecerte a ti también. La rabia y la resistencia que sientes son las claves que necesitas para darte cuenta de que es el ego quién se ha hecho cargo del espectáculo. Así que mientras sientas que necesitas mantener límites y fronteras para protegerte a ti mismo, Jesús está diciendo que es todavía posible responder a la petición subyacente de amor que te hace tu hermano. Ya que Jesús nunca nos pediría que hiciéramos algo que creyéramos nos heriría a nosotros mismos ---somos nosotros quienes demandamos eso de nosotros mismos.

Link al original aquí.