miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Porqué querría el Espíritu Santo avergonzarnos?

Pregunta #532: El Manual de Maestros de Un Curso de Milagros dice que a veces somos guiados por el Espíritu Santo a decir cosas que podrían “poner al maestro [de Dios] en una situación que a él le puede parecer muy embarazosa.” He tenido esta experiencia últimamente y mientras más practico el perdón y aprendo a renunciar a mis juicios soy capaz de dejar que Jesús hable a través de mi y de hecho, soy guiado a veces a decir algo que en realidad es totalmente irrelevante y no tiene relación con lo que está sucediendo en la situación. Mi pregunta es: Porqué querría el Espíritu Santo ponernos en una situación en la que nos avergoncemos? Porqué no querría Él que nos sintiéramos a gusto? A veces siento que la gente me mira como si estuviera loca cuando digo algo desde mi mente recta, cosa que ni siquiera llego a entender sino hasta más tarde. Me veo que el Espíritu Santo dirá algo a través de mi y entonces no entiendo la importancia de lo que acabo de decir sino hasta más tarde! Pero qué tiene esto que ver con los demás? 

Respuesta: Este es uno de los párrafos en los que al ego le gustaría apropiárselo e interpretarlo como evidencia de que el Espíritu Santo no contempla de corazón lo que es mejor para nosotros. Y no en balde, tu preguntas porqué querría el Espíritu Santo ponernos en una situación en la que nos avergoncemos? Pero esto no es lo que este pasaje está en realidad diciendo. Estar avergonzado es una reacción del ego que ocurre cuando nuestro ser separado se siente amenazado ya que no lo estamos defendiendo ni protegiendo.

No es la intención del Espíritu Santo colocarnos en situaciones embarazosas, aunque pudiéramos momentáneamente sentirnos avergonzados cuando por un instante dejamos nuestro ego a un lado con la disposición de practicar el perdón, lo que no es otra cosa que un pensamiento no condenatorio de indefensión. Este pensamiento es primero aceptado en nuestra mentes y entonces, podría ser expresado en palabras (o acciones) que reflejen un reconocimiento de nuestros intereses compartidos y de igualdad básica con todos nuestros hermanos y hermanas. Esta clase de reconocimiento puede ser embarazoso para un ego que siempre quiera estar en la cumbre, aún cuando adopte una falsa humildad que aparente colocarle debajo de otros.

Si relees este pasaje, verás que Jesús nos dice que lo que escuchemos “Puede que también le parezca que no tiene nada que ver con el problema tal como él lo percibe y puede incluso poner al maestro en una situación que a él le podría parecer muy embarazosa. Todas estas cosas no son más que juicios sin ningún valor. Son sus propios juicios, procedentes de una penosa percepción de sí mismo que le convendría abandonar (M.21.5:3,4,5). En otras palabras, La sensación de vergüenza no proviene en sí de la situación sino de la interpretación basada en el ego de quienes pensamos que somos y de lo que pensamos que es aceptable para mantener nuestra auto-estima. Y la auto-estima no es otra cosa que una función del ego que creemos necesario defender en contra de nuestra sensación subyacente de vergüenza y culpa ---la “penosa percepción de nosotros mismos.”

Y con respecto a si estamos escuchando y diciendo las palabras de Jesús o del Espíritu Santo, probablemente lo mejor es no pasar mucho tiempo evaluando si la fuente es nuestra mente recta o el ego en situaciones específicas. Nuestro ego, después de todo, puede ser magistral en cuanto a ofrecer su propia interpretación del Espíritu Santo, expresando formas “espirituales” pero conservando el contenido de separación. Si mantienes tu atención en estar consciente de tus propios juicios y pides ayuda para poder soltarlos cada vez que te des cuenta de que aparecen, entonces habrás desempeñado tu parte en hacerte a un lado para que Jesús pueda manifestar su amorosa presencia a través de ti. Si te encuentras entonces a ti mismo avergonzado de lo que estés haciendo o diciendo, recuerda que eso es solo la interpretación de tu ego y que, nuevamente los juicios, han suplantado al gentil perdón del Espíritu Santo en tu consciencia, por lo que únicamente necesitas pedir nuevamente Su ayuda. No tiene tanto que ver con que el Espíritu Santo nos guiará a hacer declaraciones profundas y magistrales, sino con que estaremos diciendo cosas que nos recordarán que todos somos en verdad lo mismo, que las diferencias que percibimos entre nosotros y que el ego querría que enfatizáramos, el Espíritu Santo las ve como irrelevantes. No olvidemos que eso es lo que es verdaderamente de ayuda para todos y no las palabras específicas que podríamos encontrarnos pronunciando.

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