Pregunta #532:
El Manual de Maestros de Un Curso de Milagros dice que a veces somos
guiados por el Espíritu Santo a decir cosas que podrían “poner al
maestro [de Dios] en una situación que a él le puede parecer muy
embarazosa.” He tenido esta experiencia últimamente y mientras más
practico el perdón y aprendo a renunciar a mis juicios soy capaz de
dejar que Jesús hable a través de mi y de hecho, soy guiado a veces a
decir algo que en realidad es totalmente irrelevante y no tiene relación
con lo que está sucediendo en la situación. Mi pregunta es: Porqué
querría el Espíritu Santo ponernos en una situación en la que nos
avergoncemos? Porqué no querría Él que nos sintiéramos a gusto? A veces
siento que la gente me mira como si estuviera loca cuando digo algo
desde mi mente recta, cosa que ni siquiera llego a entender sino hasta
más tarde. Me veo que el Espíritu Santo dirá algo a través de mi y
entonces no entiendo la importancia de lo que acabo de decir sino hasta
más tarde! Pero qué tiene esto que ver con los demás?
Respuesta:
Este es uno de los párrafos en los que al ego le gustaría apropiárselo e
interpretarlo como evidencia de que el Espíritu Santo no contempla de
corazón lo que es mejor para nosotros. Y no en balde, tu preguntas
porqué querría el Espíritu Santo ponernos en una situación en la que nos
avergoncemos? Pero esto no es lo que este pasaje está en realidad
diciendo. Estar avergonzado es una reacción del ego que ocurre cuando
nuestro ser separado se siente amenazado ya que no lo estamos
defendiendo ni protegiendo.
No
es la intención del Espíritu Santo colocarnos en situaciones
embarazosas, aunque pudiéramos momentáneamente sentirnos avergonzados
cuando por un instante dejamos nuestro ego a un lado con la disposición
de practicar el perdón, lo que no es otra cosa que un pensamiento no
condenatorio de indefensión. Este pensamiento es primero aceptado en
nuestra mentes y entonces, podría ser expresado en palabras (o acciones)
que reflejen un reconocimiento de nuestros intereses compartidos y de
igualdad básica con todos nuestros hermanos y hermanas. Esta clase de
reconocimiento puede ser embarazoso para un ego que siempre quiera estar
en la cumbre, aún cuando adopte una falsa humildad que aparente
colocarle debajo de otros.
Si
relees este pasaje, verás que Jesús nos dice que lo que escuchemos
“Puede que también le parezca que no tiene nada que ver con el problema
tal como él lo percibe y puede incluso poner al maestro en una situación
que a él le podría parecer muy embarazosa. Todas estas cosas no son más
que juicios sin ningún valor. Son sus propios juicios, procedentes de
una penosa percepción de sí mismo que le convendría abandonar
(M.21.5:3,4,5). En otras palabras, La sensación de vergüenza no proviene
en sí de la situación sino de la interpretación basada en el ego de
quienes pensamos que somos y de lo que pensamos que es aceptable para
mantener nuestra auto-estima. Y la auto-estima no es otra cosa que una
función del ego que creemos necesario defender en contra de nuestra
sensación subyacente de vergüenza y culpa ---la “penosa percepción de
nosotros mismos.”
Y
con respecto a si estamos escuchando y diciendo las palabras de Jesús o
del Espíritu Santo, probablemente lo mejor es no pasar mucho tiempo
evaluando si la fuente es nuestra mente recta o el ego en situaciones
específicas. Nuestro ego, después de todo, puede ser magistral en cuanto
a ofrecer su propia interpretación del Espíritu Santo, expresando
formas “espirituales” pero conservando el contenido de separación. Si
mantienes tu atención en estar consciente de tus propios juicios y pides
ayuda para poder soltarlos cada vez que te des cuenta de que aparecen,
entonces habrás desempeñado tu parte en hacerte a un lado para que Jesús
pueda manifestar su amorosa presencia a través de ti. Si te encuentras
entonces a ti mismo avergonzado de lo que estés haciendo o diciendo,
recuerda que eso es solo la interpretación de tu ego y que, nuevamente
los juicios, han suplantado al gentil perdón del Espíritu Santo en tu
consciencia, por lo que únicamente necesitas pedir nuevamente Su ayuda.
No tiene tanto que ver con que el Espíritu Santo nos guiará a hacer
declaraciones profundas y magistrales, sino con que estaremos diciendo
cosas que nos recordarán que todos somos en verdad lo mismo, que las
diferencias que percibimos entre nosotros y que el ego querría que
enfatizáramos, el Espíritu Santo las ve como irrelevantes. No olvidemos
que eso es lo que es verdaderamente de ayuda para todos y no las
palabras específicas que podríamos encontrarnos pronunciando.
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