Pregunta#728:
¿Pueden las afirmaciones prestarnos algún tipo de asistencia en el
reaprendizaje de nuestra relación con Dios? Voy a darte algunos ejemplos
específicos con la finalidad de aclarar a qué tipo de afirmaciones me
estoy refiriendo: “Me encuentro a salvo en el Amor de Dios,” “soy luz y
amor,” “el Cristo en mí es mi paz y mi abundancia,” “mi hermano surge de
la perfección, él es el Cristo” etc. ¿es posible que al reafirmar
nuestra relación con Dios lleguemos a conocerle más?
Respuesta:
Aunque todas estas preciosas declaraciones reflejan algunas de las
enseñanzas que podemos encontrar en Un Curso de Milagros, el repetirlas
no tiene ningún efecto real sobre nuestra relación con Dios debido a una
razón muy importante: nuestra verdadera relación con Dios no ha
cambiado en lo más mínimo a causa de la creencia en la separación. Somos
uno con Dios, tal y como siempre hemos sido y como siempre seremos. Sin
embargo, nos hemos olvidado de la verdad como resultado de elegir la
separación. Ya que el olvido es la consecuencia de haber elegido la
separación, podremos recordar cuando no la sigamos eligiendo. Esta es la
simple solución a un problema simple, la cual hemos complicado
enormemente debido a nuestra resistencia. Si en realidad quisiéramos
experimentar nuestra unicidad con Dios, entonces lo haríamos. Nos
resistimos a esta experiencia, sin embargo, porque aunque aparentemente
pensamos que queremos recordar a Dios, aún no estamos totalmente
convencidos de querer olvidar al ego. Este es el reflejo de la mente
dividida cuyo origen es la decisión de negar a Dios mediante la elección
del ego. Tal y como nos dice Jesús al comienzo en el texto: “Tu mente y
la de Dios son una. Negar esto y pensar de otra manera ha conservado a
tu ego intacto, pero ha dividido literalmente a tu mente”
(T.4.IV.2:6-8).
Cuando
en el libro de ejercicio se nos dice que repitamos algunas de sus
afirmaciones, lo que se pretende es que entrenemos nuestras mentes a
estar atentos a nuestros pensamientos, y que apliquemos lo que estamos
aprendiendo de este nuevo sistema de pensamiento a todo lo que pasa en
nuestras vidas. El objetivo de las repeticiones es, por consiguiente,
entrenar nuestras mentes “…de forma sistemática a tener un percepción
diferente de todas las cosas y de todo en el mundo. Los ejercicios están
diseñados para ayudarte a generalizar las lecciones, de manera que
puedas comprender que cada una de ellas se aplica por igual a todo el
mundo y a todo lo que ves” (W.in.4:1,2). El Curso nos enseña a que
dejemos nuestra culpa al descubierto y a que llevemos su oscuridad a la
luz de la verdad. No a que traigamos la luz a la oscuridad mediante
afirmaciones, las cuales no harían otra cosa entonces que soterrar la
culpa. Si la culpa permanece oculta, no puede entonces ser deshecha
mediante la verdad de nuestra inocencia. Por lo tanto, las repeticiones
que nos enseña el Curso no tienen la misma finalidad que en otras
enseñanzas espirituales. Para decirlo nuevamente, una de los principales
objetivos del Curso es enseñarnos a ser cada vez más conscientes de
nuestros pensamientos de juicio y a que podamos identificar su fuente
como el pensamiento original de la separación. Este programa de
entrenamiento es necesario debido a que no sólo hemos olvidado nuestra
unicidad con Dios, junto a ello nos hemos olvidado además de que tenemos
una mente y que elegimos olvidarnos acerca de ella. Este olvido no es
casual, tiene su propósito, ya que perder consciencia de que somos una
mente es la mayor defensa que tiene el ego. No es posible llegar a
deshacer toda ésta elección deliberada seguida de negación intencionada
ni aprender acerca de nuestra unicidad con Dios mediante afirmaciones:
“No puedes aprender lo que es el amor perfecto con una mente dividida,
porque una mente dividida se ha convertido a sí misma en un mal
estudiante” (T.12.V.4:3). Sanar la mente dividida es, por lo tanto, lo
que buscamos hacer para que entonces podamos recordar la relación
inmutable que tenemos con Dios. El Curso nos enseña que ésta sanación se
alcanza mediante el proceso del perdón, en donde podemos aprender que
tenemos una mente y luego aprenderemos a elegir al Espíritu Santo en
lugar del ego. En primer lugar, por lo tanto, tenemos que llegar a ser
conscientes que de hecho hemos elegido negar a Dios, cosa que las
afirmaciones ocultarían. La forma de aprender que tenemos una mente con
el poder de elegir, es aceptando la responsabilidad de nuestra elección
previa, para que podamos entonces elegir no seguir negándole. Aprendemos
a reconocer ésta elección previa cuando prestamos atención a cómo está
reflejada en nuestras vidas en todos los pensamientos de separación que
inundan nuestros días con juicios y ataque. Nuestra disposición para ver
en estos pensamientos nuestra decisión de estar separados de Dios es el
comienzo del perdón, en el que podemos finalmente aceptar la liberación
de la culpa y del miedo que obstaculizan nuestro recuerdo de Dios. El
perdón es, por consiguiente, el camino que el Curso nos enseña para
reinstaurar en nuestra consciencia nuestra relación con Dios,
deshaciendo el pensamiento de separación que es la fuente de nuestro
aparente exilio en el mundo de la ilusión y en el cuerpo. Si tenemos
presentes estas etapas cuando practiquemos las lecciones del libro de
ejercicios, no vamos a cometer el error de pensar que podemos traer a la
verdad/Dios a la ilusión teniendo una relación con Él como cuerpos. O,
si cometemos ése error, (todos lo hacemos), podemos rápidamente regresar
a la práctica del libro de ejercicios al retomar la dirección del plan
de estudios del Espíritu Santo.
Link al original aquí.