miércoles, 6 de diciembre de 2017

Preguntas y respuestas Facim: ¿Pueden las afirmaciones ayudarnos en nuestra relación con Dios?

Pregunta#728: ¿Pueden las afirmaciones prestarnos algún tipo de asistencia en el reaprendizaje de nuestra relación con Dios? Voy a darte algunos ejemplos específicos con la finalidad de aclarar a qué tipo de afirmaciones me estoy refiriendo: “Me encuentro a salvo en el Amor de Dios,” “soy luz y amor,” “el Cristo en mí es mi paz y mi abundancia,” “mi hermano surge de la perfección, él es el Cristo” etc. ¿es posible que al reafirmar nuestra relación con Dios lleguemos a conocerle más?

Respuesta: Aunque todas estas preciosas declaraciones reflejan algunas de las enseñanzas que podemos encontrar en Un Curso de Milagros, el repetirlas no tiene ningún efecto real sobre nuestra relación con Dios debido a una razón muy importante: nuestra verdadera relación con Dios no ha cambiado en lo más mínimo a causa de la creencia en la separación. Somos uno con Dios, tal y como siempre hemos sido y como siempre seremos. Sin embargo, nos hemos olvidado de la verdad como resultado de elegir la separación. Ya que el olvido es la consecuencia de haber elegido la separación, podremos recordar cuando no la sigamos eligiendo. Esta es la simple solución a un problema simple, la cual hemos complicado enormemente debido a nuestra resistencia. Si en realidad quisiéramos experimentar nuestra unicidad con Dios, entonces lo haríamos. Nos resistimos a esta experiencia, sin embargo, porque aunque aparentemente pensamos que queremos recordar a Dios, aún no estamos totalmente convencidos de querer olvidar al ego. Este es el reflejo de la mente dividida cuyo origen es la decisión de negar a Dios mediante la elección del ego. Tal y como nos dice Jesús al comienzo en el texto: “Tu mente y la de Dios son una. Negar esto y pensar de otra manera ha conservado a tu ego intacto, pero ha dividido literalmente a tu mente” (T.4.IV.2:6-8).

Cuando en el libro de ejercicio se nos dice que repitamos algunas de sus afirmaciones, lo que se pretende es que entrenemos nuestras mentes a estar atentos a nuestros pensamientos, y que apliquemos lo que estamos aprendiendo de este nuevo sistema de pensamiento a todo lo que pasa en nuestras vidas. El objetivo de las repeticiones es, por consiguiente, entrenar nuestras mentes “…de forma sistemática a tener un percepción diferente de todas las cosas y de todo en el mundo. Los ejercicios están diseñados para ayudarte a generalizar las lecciones, de manera que puedas comprender que cada una de ellas se aplica por igual a todo el mundo y a todo lo que ves” (W.in.4:1,2). El Curso nos enseña a que dejemos nuestra culpa al descubierto y a que llevemos su oscuridad a la luz de la verdad. No a que traigamos la luz a la oscuridad mediante afirmaciones, las cuales no harían otra cosa entonces que soterrar la culpa. Si la culpa permanece oculta, no puede entonces ser deshecha mediante la verdad de nuestra inocencia. Por lo tanto, las repeticiones que nos enseña el Curso no tienen la misma finalidad que en otras enseñanzas espirituales. Para decirlo nuevamente, una de los principales objetivos del Curso es enseñarnos a ser cada vez más conscientes de nuestros pensamientos de juicio y a que podamos identificar su fuente como el pensamiento original de la separación. Este programa de entrenamiento es necesario debido a que no sólo hemos olvidado nuestra unicidad con Dios, junto a ello nos hemos olvidado además de que tenemos una mente y que elegimos olvidarnos acerca de ella. Este olvido no es casual, tiene su propósito, ya que perder consciencia de que somos una mente es la mayor defensa que tiene el ego. No es posible llegar a deshacer toda ésta elección deliberada seguida de negación intencionada ni aprender acerca de nuestra unicidad con Dios mediante afirmaciones: “No puedes aprender lo que es el amor perfecto con una mente dividida, porque una mente dividida se ha convertido a sí misma en un mal estudiante” (T.12.V.4:3). Sanar la mente dividida es, por lo tanto, lo que buscamos hacer para que entonces podamos recordar la relación inmutable que tenemos con Dios. El Curso nos enseña que ésta sanación se alcanza mediante el proceso del perdón, en donde podemos aprender que tenemos una mente y luego aprenderemos a elegir al Espíritu Santo en lugar del ego. En primer lugar, por lo tanto, tenemos que llegar a ser conscientes que de hecho hemos elegido negar a Dios, cosa que las afirmaciones ocultarían. La forma de aprender que tenemos una mente con el poder de elegir, es aceptando la responsabilidad de nuestra elección previa, para que podamos entonces elegir no seguir negándole. Aprendemos a reconocer ésta elección previa cuando prestamos atención a cómo está reflejada en nuestras vidas en todos los pensamientos de separación que inundan nuestros días con juicios y ataque. Nuestra disposición para ver en estos pensamientos nuestra decisión de estar separados de Dios es el comienzo del perdón, en el que podemos finalmente aceptar la liberación de la culpa y del miedo que obstaculizan nuestro recuerdo de Dios. El perdón es, por consiguiente, el camino que el Curso nos enseña para reinstaurar en nuestra consciencia nuestra relación con Dios, deshaciendo el pensamiento de separación que es la fuente de nuestro aparente exilio en el mundo de la ilusión y en el cuerpo. Si tenemos presentes estas etapas cuando practiquemos las lecciones del libro de ejercicios, no vamos a cometer el error de pensar que podemos traer a la verdad/Dios a la ilusión teniendo una relación con Él como cuerpos. O, si cometemos ése error, (todos lo hacemos), podemos rápidamente regresar a la práctica del libro de ejercicios al retomar la dirección del plan de estudios del Espíritu Santo.

Puede que encuentres de utilidad las afirmaciones como una forma de recordar la práctica de la lección del día, o como punto de apoyo en las aplicaciones concretas de perdón durante el día, pero en sí mismas, no pueden reinstaurar el Amor de Dios a nuestra consciencia. Lo que en realidad importa es que aprendamos a estar alertas para observar los pensamientos de juicio que nos sirven como un reflejo de la elección que hicimos de separarnos y que luego negamos haber hecho. Ya que es esta negación la que mantiene a “…los obstáculos que impiden experimentar la presencia del amor” (T.in.1:7) en su lugar, es únicamente reconociendo la elección que hemos hecho y el dolor que ella conlleva, lo que nos va a permitir aprender que tenemos el poder de elegir otra alternativa y lo que nos motivará a tomar esa decisión. Este es el camino que el Curso ha delineado para nosotros, para traernos así de regreso a la plena consciencia de que en primer lugar nunca hemos abandonado a nuestro hogar en Dios: “El viaje a Dios es simplemente el redespertar del conocimiento de dónde estás siempre y de lo que eres eternamente. Es un viaje sin distancia hacia una meta que nunca ha cambiado” (T.8.VI.9:6,7).

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