Pregunta#509:
Casi he tenido éxito, cuando no en mi cuerpo pero si en espíritu, y por
lo tanto como uno con la Filiación, en sentir amor cuando leía acerca
de los reportes de los soldados asesinados en Iraq. Pero me es muy
difícil cuando me pongo en los zapatos, como uno de la Filiación, en el
lugar de las madres o padres de los heridos o asesinados. Por favor,
ayúdame.
Respuesta:
Al ego no le importa si somos capaces de sentir paz en una situación
difícil, siempre y cuando permanezcan otras situaciones en las cuales
perdamos nuestra paz. Para el ego, todo es lo mismo. Ya que su objetivo
oculto es mantenernos en conflicto. El ego prospera en medio de la
creencia de que hay víctimas y verdugos. Y no importa si nos vemos a
nosotros mismos o a otros con los que nos identifiquemos como las
víctimas ---incluyendo los soldados de nuestro país y sus familias. Lo
único que en realidad le importa al ego es que la dinámica de la
victimización sea real para nosotros. Podemos también sentirnos unidos
al verdugo ---como por ejemplo los insurgentes Iraquíes o los tan
renombrados terroristas--- y aún sentir amor? Existe una manera de
hacerlo, pero no es algo que podamos hacer por cuenta propia y en primer
lugar necesitamos entender cuales son los obstáculos que hemos
interpuesto entre nosotros y la paz.
Fabricamos
el mundo con todas sus batallas y guerras, desde el nivel interpersonal
hasta el internacional, para convencernos a nosotros mismos que el
pensamiento de la separación es real pero que no somos los responsables
de dicha creencia. Es por lo que aparenta haber fuerzas externas a
nosotros ---separadas de nosotros--- que nos afectan en formas que no
podemos controlar. En otras palabras, estos son los verdugos y nosotros
las víctimas. La inversión que hemos puesto en este sistema de
pensamiento es mucho mayor que lo que la mayoría de nosotros puede
comenzar a comprender. Ya que es así como puede mantenerse la culpa
acerca del dolor y del sufrimiento debido a cosas externas a nuestras
mentes y entonces, perder de vista nuestro papel en haber elegido el
dolor habiendo decidido en favor de la separación. Sin embargo, las dos
elecciones ---separación y dolor--- están intrínsecamente e
inevitablemente conectadas. De hecho, ellas son la misma elección. Pero
es el objetivo del ego y, el propósito del mundo, mantener dicha
relación fuera de nuestra consciencia.
Nunca
seremos capaces de estar verdaderamente en paz ni poder experimentar el
genuino amor de la Filiación hasta que no reconozcamos esa conexión y
pidamos ayuda en deshacer nuestra creencia en la separación y en la
realidad de nuestra propia culpa acerca de ella. Ya que en última
instancia lo que sucede es que nos acusamos a nosotros mismos de
habernos separado de Dios y de haber puesto en marcha un mundo de dolor y
de sufrimiento. Pero mientras no estemos dispuestos a aceptar nuestra
responsabilidad para que esa elección pueda ser deshecha, únicamente
podemos forcejear y fracasar en encontrar amor y paz en situaciones que
aparentan ser cualquier cosa menos pacíficas y amorosas.
La
clave para sanar nuestra percepción de dolor en el mundo es aprender a
reconocer que las situaciones externas no son nunca la causa de nuestra
pérdida de paz. Es siempre la decisión de estar separados del amor que
internamente hemos tomado en nuestras propias mentes. Y no podemos
revocar esta decisión por nuestra cuenta simplemente eligiendo vernos a
nosotros mismos como uno con otros. Primero debemos mirar a nuestra
inversión en vernos a nosotros mismos separados pero sin ser
responsables de ello, en cualquier forma que lo pudiéramos hacer real en
nuestras vidas. Mediante la unión en nuestra mente con Jesús o el
Espíritu Santo, podremos aceptar sin culpa la corrección de nuestra
creencia en la separación, puesto que Ellos no abrigan contra nosotros
ningún tipo de juicio por el demente e imposible pensamiento de que
hemos atacado el amor con nuestro deseo de estar separados. Si la culpa
en nuestra propia mente es sanada, la cual es la fuente de nuestro
dolor, no volveremos a ver el dolor ni el sufrimiento del mundo salvo
como el estado delirante que resulta de la falsa decisión que cada
fragmento de la Filiación está tomando sobre sí mismo, tal y como lo
hemos estado haciendo.
Hay
una preciosa oración que se encuentra en los comienzos de Un Curso de
Milagros y que puede servirnos como un recordatorio muy útil de lo que
siempre se trata este proceso de elegir entre el ego y el Espíritu
Santo:
“Debo
haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz. Yo mismo tomé
esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra. Quiero tomar otra
decisión, porque deseo estar en paz. No me siento culpable porque el
Espíritu Santo, si se lo permito, anulará todas las consecuencias de mi
decisión equivocada. Elijo permitírselo, al dejar que Él decida en favor
de Dios por mi” (T.5.VII.6:7,8,9,10,11).
Para
otras respuestas acerca de la guerra en Iraq y la guerra en general,
ver el último párrafo de la pregunta #37 así como también las preguntas
#143 y #239.
Link al original aquí